Por Recursos Humanos Rinteli

En un mundo donde las oportunidades parecen escurrirse entre los dedos, los reclutadores buscan incansablemente al candidato ideal, como quien persigue un espejismo en el desierto. Se habla de una crisis de talento, de la falta de profesionales capacitados, pero ¿es realmente una escasez de talento o un exceso de requisitos que desdibujan la esencia humana?
En la senda del reclutamiento de personal, las empresas levantan muros altos, esperando que los elegidos los escalen sin titubear. Exigen experiencia en caminos aún no transitados, habilidades moldeadas en un crisol imposible de encontrar. Cada oferta de trabajo se convierte en un enigma, un acertijo que pocos pueden resolver. Y así, los talentos se quedan en la orilla, mirando un horizonte inalcanzable.
El problema no radica en la falta de soñadores, de hacedores, de apasionados por su oficio. El problema está en el miedo a apostar por la esencia sobre la perfección. Porque el talento no se mide solo en diplomas o en años de experiencia, sino en la capacidad de aprender, de adaptarse, de crecer en un entorno donde las oportunidades florecen con la confianza y no con la rigidez.
En México, el 70% de las empresas reportan dificultades para encontrar el personal calificado que necesitan, un incremento respecto al 68% del año anterior. Este fenómeno no es nuevo; hace 15 años, el 43% de las empresas enfrentaban esta problemática, y la cifra ha escalado constantemente hasta el 70% actual. La pandemia de COVID-19 intensificó esta tendencia, elevando la escasez de talento del 52% en 2019 al 74% en 2021.
Más allá de las cifras, surge una reflexión profunda: ¿están las empresas buscando al "candidato perfecto" en un mundo imperfecto? Los requisitos establecidos a menudo parecen inalcanzables, creando un desajuste entre la oferta y la demanda laboral. En México, la educación superior enfrenta desafíos significativos. Aunque la demanda de profesionales en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) ha aumentado, la oferta educativa no ha logrado satisfacer esta necesidad. Además, la fuga de talento hacia otros países agrava la situación, dejando vacantes difíciles de llenar.
Las empresas que entienden esto, que buscan más allá de los requisitos fríos y desalmados, encuentran joyas ocultas, almas dispuestas a dar lo mejor de sí. Porque el talento, como el río que encuentra su camino hacia el mar, solo necesita un cauce adecuado para demostrar su grandeza.
Frente a este panorama, es esencial que las empresas reconsideren sus estrategias de reclutamiento. Valorar el potencial y la capacidad de aprendizaje de los candidatos, más allá de los títulos y años de experiencia, puede ser la clave para cerrar la brecha existente. Al fin y al cabo, el talento, como un río en busca del mar, encontrará su camino si se le brinda la oportunidad adecuada.
En conclusión, la solución puede residir en un equilibrio entre ajustar las expectativas y fortalecer la formación de talento en el país. Solo así se podrá transformar la aparente escasez en una abundancia de oportunidades y crecimiento mutuo.
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